Dicen que no hay nadie imprescindible en este mundo, y, por ende, aún menos en cualquier instituto, y, sin embargo, me cuesta concebir el Número 1 sin Juan Leiva. Sí, Juan Leiva se nos va, abraza esa ansiada por tantos jubilación y empieza una etapa nueva en la que mil nuevos proyectos sustituirán a tantísimas horas dedicadas a la enseñanza. Con Juan se van serenas pero enérgicas intervenciones en los claustros, se van sus sosegados andares por los pasillos del Centro, sus corteses saludos -de los que jamás se ausenta el vocativo- y se van unas clases de las que siempre quise intuir algo escudriñando todas esas ecuaciones y logaritmos que me encontraba en la pizarra de algún aula cuando me tocaba entrar a mí después de él. Siempre he sentido a Juan como a uno de esos pocos humanistas que saben compaginar números y poesía, sentimiento y raciocinio; él es una prueba de que no existe una barrera infranqueable entre "ciencias y letras", como manifestó en una de las conversaciones que con sus tutorandas aquí reproducimos.
En fin, Juan, que te vamos a echar de menos. Y es por eso que, desde este blog, desde el que tantas veces te hemos manifestado nuestro aprecio y admiración siguiendo todas esas actividades en las que te has volcado siempre altruistamente, nos despedimos con unos versos que Carlos Tessainer te ha escrito con este motivo:
Por el tiempo
transcurrido
por todo lo trabajado
el retiro concedido:
la misión ha
terminado.
Nos quedamos
satisfechos:
tu aspiración
alcanzada.
Y por todo lo que has
hecho,
¡ la siembra quedó
sembrada!
Mas amigo, compañero,
sufridor de lo
presente:
no te olvides de
nosotros,
de nosotros, de tu
gente.
Nos envuelve un vacío
sensación de soledad,
sentir de profundo
frío
con colores de
orfandad.
En la casa que fue
tuya
de la que ahora te
alejas,
de esta casa no
rehuyas
que en ella la vida
dejas.
Los que contigo
estuvimos
los que contigo
contamos
agridulces nos
sentimos:
dulces y agrios nos hallamos.
CARLOS TESSAINER
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