
Ruften, el niño pequeño de ojos marrones y cuerpo delgado, quiso llevárselo a casa y sus padres le concedieron el deseo. Al día siguiente Laica, su madre, y él decidieron venderlo para así conseguir dinero y darles una sorpresa a Lindra, la hermana mayor, y a su padre, Anaúnco. Los dioses consederaron esto una falta de respeto y fue así como la madre y el hijo obtuvieron los poderes del mal, y el padre y la hija, los poderes del bien.
Hubo una gran lucha para que la madre y el hijo dejaran de hacer el mal.

estuvieron dos meses arreglando el paisaje que habían destrozado, así Araúnco y su hija se convirtieron en dioses que contenían en sí mismos los poderes de la bondad y la ayuda.
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